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CUIDAR Y PROTEGER LA PIEL EN VERANO III

CUIDAR Y PROTEGER LA PIEL EN VERANO (3ª parte)

¿Cómo se pigmenta la piel?

Nuestra pigmentación cutánea o color de piel viene determinado por la melanina, un pigmento producido por los melanocitos (gruesas células dendríticas que se encuentran en la capa basal de la epidermis), sintetizada concretamente en el interior de éstos, en unos orgánulos específicos llamados melanosomas.

Los melanosomas migran posteriormente hasta la superficie de la piel, gracias a la mediación de los queratinocitos (células más superficiales).

Nuestro número de melanocitos queda fijado en el nacimiento, y su reproducción es difícil. Tras el nacimiento comienzan a funcionar y a producir melanina lentamente.

Los melanocitos se encuentran distribuidos por todo el cuerpo, excepto en las palmas de la manos y plantas de los pies, ni en las mucosas.

El número de melanocitos no es proporcional al color de la piel, sino que éste último dependerá del funcionamiento, forma y contenido de los melanosomas.

Esto quiere decir que los colores más oscuros de piel no dependen de la cantidad de melanocitos que tengamos, sino de la cantidad de melanosomas que contienen y de cómo éstos se transfieren a los queratinocitos de las capas superficiales de la piel, con su contenido de melanina.

Según la pigmentación de su piel, existen tres razas:

– Célticos: personas rubias o pelirrojas de piel clara no pigmentada, puesto que poseen muy pocos melanosomas. Estos melanosomas se vas destruyendo y perdiendo la melanina progresivamente en la migración de los queratinocitos a la superficie. Son individuos no bronceables y siempre se queman.

– Caucásicos: personas blancas de piel clara y mate. Tienen numerosos melanosomas cargados de melanina. Cuanta más exposición solar, más pueden broncearse, por las posibilidades de migración de los melanosomas a la superficie. Allí, la melanina se libera, y se forma en mayor o menor medida dependiendo de la estimulación del melanocito por la radiación solar.

– Negroides: personas negras en mayor o menor medida. Sus melanosomas son muy numerosos y llegan intactos a la superficie de la piel, liberando su melanina y coloreando la piel de forma muy intensa.

Fototipos de piel

Cada individuo, según su raza, sintetiza un tipo u otro de melanina, y en distinta proporción, lo que determinará su fototipo de piel.

La eumelanina es un pigmento marrón y la feomelanina es un pigmento rojo.

Los célticos sintetizan principalmente feomelanina, que es un pigmento no protector y potencialmente cancerígeno, por ello estas personas tienen dificultad para broncearse.

Los caucásicos tienen los dos tipos de pigmento, cuyas proporciones influirán en la tonalidad de la piel.

Los negros sólo sintetizan eumelanina; y los asiáticos (pieles llamadas “amarillas”) se incluyen en el grupo de los caucásicos, aunque sus melanosomas tienen forma y maduración distinta y la eumelanina llega a la superficie de forma permanente pero en pequeña cantidad, aumentando su producción con la exposición solar.

Así, la población mundial se distribuye en 6 fototipos:

– Fototipo I: no se broncean (célticos)

– II: bronceado ligero (caucásicos)

– III: bronceado medio (caucásicos)

– IV: bronceado oscuro (caucásicos)

– V: piel naturalmente morena (caucásicos morenos)

– VI: piel negra (negroides)

Existen problemas en la pigmentación:

– por defecto (hipopigmentaciones): como el vitíligo (zonas de la piel ausentes de melanina que aparecen blancas), las canas capilares, la fenilcetonuria (enfermedad de déficit de transferencia del melanosoma y su melanina en niños muy blancos y de cabello rubio pálido) y el albinismo (ausencia de síntesis de melanina, ninguna pigmentación en piel, cabellos o iris, apareciendo los cabellos y la piel blancos y el iris rojo, coloreado por los capilares sanguíneos).

– por exceso (hiperpigmentaciones): como los lentigos seniles (manchas en la piel por la exposición solar en pieles envejecidas o maduras, las efélides o pecas, el melasma o cloasma (“máscara del embarazo”), la dermatitis “en colgante” (tras la aplicación de perfumes con bergamota) o las hiperpigmentaciones cicatriciales (después de quemaduras en pequeñas superficies).

Irradiación y efectos del sol sobre la piel

La luz solar se compone de distintos tipos de radiaciones, llamadas radiaciones actínicas.

No todas llegan a la superficie de la tierra, y las que recibimos se distribuyen dependiendo de su longitud de onda y sus efectos sobre el organismo humano, y más concretamente sobre nuestra piel.

Tipos de radiación solar ultravioleta que nos afectan:

– UV C: son retenidos en las capas altas de la atmósfera, llegando al suelo sólo un 2%, de ahí la importancia de mantener protegida la capa de ozono para evitar el daño producido por esta radiación. Son producidos de forma artificial por las lámparas germicidas.

– UV A y B: representan el 12% de las radiaciones actínicas incidentes y aumentan un 15% por cada 1000 m de altitud. Son las radiaciones responsables del bronceado y de las quemaduras solares.

Otras radiaciones son las radiación visible y los IR (infrarrojos).

Los efectos del sol sobre la piel dependerán de la cantidad de energía absorbida y de la profundidad de la penetración, que es proporcional a la longitud de onda.

Las radiaciones se ordenan decrecientemente en cuanto a su cantidad de energía en: UV  B, UV A, visible e IR.

En cuanto a la penetración (según su longitud de onda), los IR penetran hasta la hipodermis, los UV A hasta la mitad de la dermis y los UV B hasta la unión dermoepidérmica.

Efectos:

– Reacciones de oxido-reducción, donde se forman radicales libres. Las membranas celulares se desnaturalizan y se liberan mediadores de la inflamación (histamina, serotonina, prostaglandinas), se produce una vasodilatación de los capilares provocando eritema (enrojecimiento) y edema (hinchazón). Estas reacciones están provocadas principalmente por los UV B.

– Reacciones sobre las proteínas y ácidos nucleicos que producen cambios en las moléculas de colágeno y elastina. Se modifica el tejido conjuntivo produciendo la aparición de signos de envejecimiento prematuro y piel senil. Estas reacciones están provocadas por los UV A.

Otros cambios que se producen son las modificaciones en el ADN, que el propio organismo puede reparar mediante ciertos mecanismos. Cuando esto no ocurre pueden aparecer cánceres cutáneos.

Además la radiación UV B modifica las células de Langerhans produciendo fenómenos de inmunosupresión o inmunodepresión (interesante en el tratamiento de la psoriasis, puesto que es una reacción exagerada del sistema inmune).

Afecciones solares:

Existen una serie de afecciones solares o agravadas por la exposición solar que ocurren sólo en algunos individuos (efectos no colectivos) en consecuencia a fenómenos de fotosensibilización: enfermedades como la porfiria cutánea, la pelagra, la lucitis, la urticaria solar, el herpes y la rosácea (que se agravan con el sol) y dermatitis de origen desconocido, fototóxicas y fotoalérgicas.

Exceptuando estos casos concretos, que ocurren en algunas personas, el resto de afecciones solares son comunes a todos los individuos, apareciendo con mayor o menor rapidez según la sensibilidad de cada persona (efectos colectivos).

Los efectos del sol habituales son: el eritema solar (enrojecimiento durante y unas horas tras la exposición solar), los problemas de pigmentación (antes comentados) y la degeneración de la dermis y la epidermis (envejecimiento cutáneo).

Otros efectos colectivos, más raros aunque en gran aumento en los últimos años son:

– el cáncer cutáneo, debido a la radiación UV A y UV B, más fácilmente desarrollable en individuos de fototipo claro y en las zonas expuestas a la luz. Su frecuencia se relaciona con la irradiación recibida en los 10 años anteriores (daños acumulativos del sol). Carcinomas y melanomas.

– el xeroderma pigmentosum, una afección muy grave en los sujetos que carecen de sistema de reparación del ADN. Aparecen tumores muy numerosos y precoces, en niños que no alcanzan generalmente la edad adulta. Son tumores que deben extirparse inmediatamente según aparecen.

¿Cómo se protege nuestra piel de la radiación solar?

De forma natural, nuestra piel tiene mecanismos para protegerse del daño solar. Estos mecanismos son:

– la pigmentación (cuando nos bronceamos)

– el engrosamiento de la capa córnea de la epidermis

– la producción de ácido urocánico, que aparece en el sudor

De estos, los más interesantes para poder ayudarnos a proteger la piel de forma activa y voluntaria son los dos primeros.

Pigmentación

Existen dos tipos: la directa (por la radiación UV A), que aparece en 6 horas, es muy fugaz y no se presenta en todos los individuos; y la indirecta o retardada, debida a los UV B, que aparece a las 48 horas y sigue al eritema. Esta última se debe al aumento de la síntesis de melanina y la proliferación de melanosomas por excitación del melanocito.

Según nuestro fototipo de piel, nos pondremos más “morenos” o bronceados cuanta más radiación UV B recibamos del sol como respuesta de protección frente a las quemaduras y otras lesiones antes mencionadas, o bien permaneceremos blancos sin que la piel se pigmente y nos quemaremos.

Tanto si nuestro fototipo permite la pigmentación natural (bronceado) como si no, debemos proteger la piel del daño solar mediante protectores artificiales: pantallas, filtros y capturadores de radicales libres.

Es importante recordar que los productos bronceadores artificiales, sobre todo los de aplicación tópica, pigmentan o colorean la piel, pero no protegen del daño solar, por lo que, si los usamos, debemos usar también cremas, lociones, sprays, etc., con efecto protector.

Engrosamiento de la capa córnea

Las radiaciones UV B producen un aumento del número y espesor de las capas de queratinocitos en la epidermis viva, se aumenta su queratinización y se engrosa su capa córnea. Aparecen células “sunburn” (quemadas por el sol) en las capas profundas de la epidermis expuesta a la irradiación solar.

En los tres primeros días después de la exposición la epidermis se vuelve queratósica, desapareciendo lentamente la capa córnea engrosada y volviendo a la normalidad en 10 a 14 días.

Las radiaciones UV A repetidas producen un engrosamiento de la capa córnea sin aparición de “sunburn cells”.

En las pieles que han sufrido una quemadura solar (la piel no se ha protegido adecuadamente, de forma natural o artificial), dependiendo del grado de la quemadura, aparecerá solamente un eritema de unos días de duración, unas pequeñas vesículas o flictenas con líquido (aparece una capa serosa de líquido entre la piel dañada y las capas más profundas de epidermis y dermis), las conocidas “ampollas”, y la separación de la piel más superficial pudiendo levantarse y descamarse al secarse, o retirarse, hasta heridas por quemadura más graves que requieren medidas de desinfección y curas, al haber pérdida importante de tejido dérmico.

¿Cómo ayudamos nosotros a proteger nuestra piel de los daños por irradiación solar?

Como hemos dicho, podemos y debemos usar productos para proteger nuestra piel de la radiación solar, tanto a nivel interno como externo.

A nivel externo recurriremos a los productos específicos de farmacia y parafarmacia, tópicos, en forma de sticks, aceites, emulsiones, geles, cremas, sprays y aerosoles, cuyo objetivo sea actuar como pantallas (reflejan la totalidad de las radiaciones), filtros (absorben parte de las radiaciones) o capturadores de radicales libres (fotoprotectores activos de las radiaciones que no se han absorbido), que se formulan acompañados de un filtro.

Hoy en día, podemos encontrar en el mercado diversos productos, con distinta formulación, y marcas comerciales con menos componentes químicos o artificiales tóxicos o no saludables (protectores solares ecológicos o más naturales y respetuosos con nuestra piel y con el medio ambiente).

Los productos de protección solar tópica tienen un índice de protección solar o factor de protección solar (FPS) o sun protection factor (SPF).

Este índice se refiere al efecto fotoprotector frente a los UV B, aunque en los últimos años se han aplicado métodos para determinar el índice de protección frente a los UV A, incluyéndolos en las formulaciones de los productos.

El índice FPS es el factor multiplicador del tiempo de autoprotección natural de la piel, es decir, determinará el tiempo que podemos exponernos al sol sin que aparezca eritema, en base a nuestra características, derivadas de nuestro fototipo.

Por ejemplo, si tenemos un fototipo III (bronceado medio en caucásicos), podemos exponernos al sol, a mediodía, a nivel del mar, en verano, sin que aparezca eritema, durante 20 minutos de autoprotección natural.

Si usamos un producto de FPS 6, podremos estar 120 minutos expuestos al sol, en las mismas condiciones, antes de que aparezca eritema.

A nivel interno, ya hablamos en posts anteriores de aquellos nutrientes que pueden ayudar a prevenir la oxidación celular (evitando la aparición de radicales libres), a mantener la buena salud del colágeno y otras células del tejido conjuntivo o favorecer la regeneración celular, la cicatrización y disminuir la inflamación.

No obstante vamos a recordar que serán beneficiosos aquellos alimentos y complementos ricos en vitamina A (para favorecer la queratinización y la regeneración celular de la epidermis y estimular la síntesis de colágeno), algunas vitaminas del grupo B (para activar la pigmentación, como la B5, o favorecer la respiración celular y la regeneración), vitamina E (para proteger proteínas, colágeno, elastina y lípidos de las células, actuando como antioxidante y antirradicales libres), aminoácidos (que intervienen en la nutrición y reproducción celular) y carotenoides, como el betacaroteno (con propiedades cicatrizantes, antiinflamatorias y antirradical).

¿Cómo prevenir o disminuir las manchas solares por hiperpigmentación?

Es frecuente la aparición de manchas por hiperpigmentación, sobre todo a partir de cierta edad, y más en mujeres, en zonas como la cara, las manos o los antebrazos.

Para este problema también existen productos cosméticos específicos que aclaran la piel (despigmentantes), como el ácido kójico, agentes de descamación como el ácido retinoico o el ácido glicólico, que aceleran la eliminación de las células pigmentadas.

Otros productos, que se toman vía oral, o aplicados tópicamente previo a la exposición solar, inhiben o limitan la síntesis o transporte de la melanina, impidiendo la pigmentación.

De forma natural, aunque de eficacia limitada, los antioxidantes como la vitamina C reducen la melanina ya oxidada en melanina más clara, y en su forma de ascorbil fosfato de magnesio (también el mineral magnesio) es una sustancia muy bien tolerada por la piel, a diferencia de otras sustancias más agresivas, como las mencionadas anteriormente.

Los alimentos y complementos ricos en vitamina C de origen natural pueden ayudar a reducir visiblemente la coloración de las manchas ya instauradas y prevenir las de nueva aparición.

Para prevenir las quemaduras solares, favorecer el bronceado natural y estimular la hidratación, la regeneración cutánea y reducir los efectos oxidativos e inflamatorios os queremos proponer una receta sabrosa, rica en nutrientes y ligera y fresquita para estos días de verano.

¿Os animáis a probarlo?

Batido Bronceado Sano Ecolife

– 1 taza de fresas, arándanos o moras

– 1 zanahoria grande

– 1 tomate maduro mediano

– 1/2 pimiento rojo

– Zumo de una naranja

– 1 cucharada de Açaí en Polvo Ecolife Food

– 1 cucharada de Spirulina en Polvo Ecolife Food

– Azúcar moreno de caña, miel o stevia al gusto

– Agua purificada al gusto

Lavamos y pelamos las frutas y retiramos las semillas y rabitos. Incorporamos todos los ingredientes a una batidora o trituradora y añadimos agua al gusto y edulcorante también al gusto. Servimos a temperatura ambiente o frío. Podemos añadir a la trituradora junto con los ingredientes unos cubitos de hielo y servirlo como sorbete.

¡Delicioso y refrescante!

Os esperamos en el próximo post.

¡Feliz semana!

Sara Gómez Marquina

Especialista en Terapias Alternativas, Naturopatía y Nutrición. Fisioterapeuta

Colaboradora de Ecolife Food y Gerente del Club AV Natural Cantabria

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